Los cuentos de la floriposa

…y la guarida del conebrije

Cuentitos horneados

Flor Romero

En el tianguis onírico había una mujer que fabricaba cuentos. Tomaba un poco de pasta de nube y la amasaba, los pintaba  y luego los horneaba. Podías beber en ellos, plantar una semilla o pedir limosna en ellos.

Un día hizo un hermoso cuentito, pero al estarse enfriando en la ventana, se cayó. La contadora de cuentos buscó todos los fragmentos y los halló poco a poco, salvo uno.

Toda su vida la pasó tratando de hacer un cuento tan hermoso como el que había roto, e hizo hermosas historias que le dieron fama en la región.

Decían que si bebías té de canela hallarías tu amor verdadero, que si alguien bebía agua cristalina, sólo dirías la verdad, o si bebías té de azahar, tus sueños serían hermosos, y otras imaginerías por el estilo.

Pero ella seguía añorando ese cuento que no estaba completo.

Un día el jardinero –y admirador suyo- encontró la pieza faltante y se la dio, ella lo invitó a pegarla juntos. Ahí estaban frente a una historia rota y vuelta a pegar.

-¿Esto es todo? Es un cuento de menor calidad. Has hecho cosas mejores y, ¿esto es lo que adorabas? Creo que deberías hacer uno que sea mejor.

-No, no necesito volver a contar otro cuento, pues he encontrado el deseo de mi corazón.

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